Si le dijesen que hoy va usted a morir, ¿le mordería la culpabilidad soterrada por alguna acción cometida?. En caso afirmativo, convendrá que se entere bien que usted no es culpable. Existe una gran diferencia entre ser responsable y ser culpable. Somos totalmente inocentes desde que nacemos hasta que morimos. Lo que sucede es que hemos realizado acciones que no han sido aprobadas por una parte de nosotros.
En realidad, hemos hecho en la vida, tan sólo, lo que en cada momento hemos sabido y podido. No existe error, en todo caso, tan sólo aprendizaje.
El hecho de reconocer su sombra y experimentar su propia desaprobación mientras se acepta, no sólo le permite comprender lo que tal vez antes despreciaba, sino que ahora, ya consciente de su contradictorio ego, fluye al mundo con más madurez y templanza.
Si usted actuó como actuó, tuvo sus razones. Su psicocuerpo es un complejo programa mental que, en cada momento, ha tomado las opciones de acción que precisaba. Tal vez, ahora es usted más consciente, y si volviese a vivir la misma situación, actuaría de otra forma. Pues bien, tal pensamiento de propósito futuro es un antivirus de la culpa. Aceptemos lo inaceptable y encontraremos un punto en el que todo lo hecho ha tenido sentido. Todo ha servido para llegar hasta aquí y ser como actualmente somos. Son las reglas del juego de los que abren progresivamente la consciencia.
Lo importante es darse cuenta... el que es capaz de amar, es capaz de perdonar, el perdón y el amor empiezan con uno mismo.