05 marzo 2010

SONREIR


La sonrisa es el yoga de la boca.
Thich Nhat Than

Practicar la sonrisa en la medida justa, supone disponer de un pasaporte en el rostro para traspasar las fronteras que separan al yo superficial de las moradas internas. Cada momento del día en el que uno presta atención al rictus de su boca y crea una ligera sonrisa, lo que en realidad está haciendo es abrir una ventana a las brisas internas. Sonreír cuando uno tiene ganas es natural, pero practicar el yoga de la sonrisa, simplemente como estado de atención sostenida, supone un valioso entrenamiento que refina las avenidas de acceso al alma.

Mantener la sonrisa supone activar reflejos neuronales que colocan nuestro sentimiento en el rango vibratorio de la gratitud y la confianza. Cuando uno decide sonreír decide, asimismo, el estado de ánimo desde el que opta posicionarse y, automáticamente, influye en la química de sus glándulas. Más tarde, lo que comenzó por un gesto es seguido de palabras y pensamientos que se adecuan al mandala de la cara.

El hecho de optar por sonreír, significa que uno se posiciona entre los que abren las puertas del dar y celebran el fluir de la vida.
Cuando se practica la sonrisa interna todo se va poniendo en su lugar, como las piezas de un puzzle que encuentran su sitio y lo global se revela.

Respire profundo e inicie la sonrisa.

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