09 febrero 2010

LA AUTODISCIPLINA


La disciplina no es innata y dado que es una técnica siempre puede aprenderse. Al igual que ocurre con cualquier otra práctica, ésta se mejora con la frecuencia y acaba convirtiéndose en un elemento más de tu rutina. Una vez que la interiorices en tu día a día dejará de ser una actitud y formará parte de ti, de tu personalidad. Influirá en cómo organices tu trabajo, en cómo lo proyectes y en cómo lo desarrolles.

La autodisciplina no es más que el triunfo de la fuerza de voluntad. Ésta gana terreno sobre deseos y apetencias y acaba posicionándose como autocontrol. En la vida todos los resultados son fruto de la persistencia y tus logros son la suma de un trabajo previo, por lo tanto para tener resultados eficaces necesitas aplicar las herramientas que conforman la denominada autodisciplina; serás capaz de dominar tus emociones, errores o malos hábitos; podrás transformar los problemas en oportunidades.

Autodisciplina va ligada a autosuperación, ambas permiten dominar cuerpo y mente para, en definitiva, actuar de forma premeditada y buscando un fin diseñado de antemano. De esta forma serás capaz de controlar tus impulsos y tu afán por crecer día a día se verá relanzado.
Tienes que diseñar proyectos y luego trabajar acorde con ello, sin tirar la toalla, para llevarlos a cabo. Lo importante es mantener el ritmo para alcanzar los objetivos marcados, persistir en la búsqueda y, sobre todo, saber o aprender a esperar.
Podrás llegar más lejos siempre y cuando estés dispuesto a cambiar, superar tus formas y mantenerlas. No te quedes con lo cómodo si la opción de lo incómodo te abre la puerta hacia el éxito.

Las buenas maneras para autodisciplinarte:
. Estructura y cumple horario, organízate para que los demás no dispongan de tus horas, sólo así ese tiempo te pertenecerá y te permitirá hacer, crecer y ejercer.
. Piensa, luego habla. No hables por hablar, controla tus palabras y estructura, con antelación, qué vas a decir y con qué intención.
. Men sana in corpore sano. Cuídate por dentro y por fuera.

Recompensa sí, pero a largo plazo. Puedes premiarte cuando hayas alcanzado una meta, pero no cuando estés a mitad de camino. Ver el premio en el horizonte siempre reconforta en momentos bajos.

Aristóteles dijo en el S.IV "Somos el resultado de lo que hacemos repetidamente.

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